CONECTÁNDOTE CON EL PASADO


Por @thechilean_phd
Me imagino acostado sobre un pasto por la noche, lejos de la ciudad, sin contaminación lumínica, alejado del mundo que evita contemplar algo que nos parece tan ajeno, pero que ha estado acompañándonos desde nuestros orígenes cuando éramos solo un organismo unicelular...recostado sobre esta pradera, permanezco por horas mirando sin pestañear lo que alguna vez nuestros antepasados miraron perplejos preguntándose que era y que había allá.

Durante toda la existencia de nuestra especie, le hemos querido dar una explicación a lo que hay sobre nosotros, lo que hoy conocemos como el cosmos, donde están las estrellas, galaxias y otros miles de millones de planetas que aun el hombre no descubre. 

Eso que llamamos cosmos, cielo, espacio, es una imagen que llega a nosotros cada noche una vez que el sol desaparece, para mostrarnos el pasado de nuestra existencia... "somos polvos de estrellas", como bien dijo Carl Sagan, allá donde habita nuestro pasado más remoto, cuando solo éramos partículas elementales sumidas en una masa no superior al punto que termina esta frase. 

Cuando digo que mirando al cielo y me conecto con el pasado, es en realidad así, pensemos un momento en que es lo que vemos cuando miramos hacia el cielo, miles de estrellas aglomeradas en lo que conocemos como galaxia, y la galaxia más cercana es nuestra vía láctea donde vivimos, pero esas estrellas están a distancias difíciles de entender para nuestras mentes, sobrepasan toda medida que podamos concebir desde nuestro hogar la tierra, lo que vemos es la luz que ha viajado enormes distancias por el espacio, y que nosotros vemos por ejemplo cientos a miles de años después de que se originó, por lo cual estamos viendo algo que quizás ya no está ahí o quizás ya no existe.



La luz viaja a 300.000 kilómetros x segundos, si ponemos como ejemplo a nuestro satélite natural la luna que está a 384.000 kilómetros y la estrella más cercana que tenemos para contemplar, nuestro sol, que está a una distancia de 149,5 millones de kilómetros, y si emitiéramos un haz de luz desde la superficie de cada uno, esta luz demoraría en llegar a nuestros ojos 1,28 segundos en el caso de la luna y 8 minutos y 31 segundos en el caso del sol, ahora bien, imaginemos que vamos en una nave que viaja a la velocidad de la luz, demoraríamos esa cantidad de tiempo en llegar a la luna y al sol, pero hoy no es posible.  

Ahora, si vemos al cosmos desde una perspectiva filosófica, mirar al cielo y conectarnos con nuestro pasado va más allá de la luz que llega a nuestros ojos, aquel cielo que contemplamos cada noche, aquella luna que observamos románticamente y aquel sol que nos encandila cada amanecer, han sido los mismos que toda nuestra especie ha contemplado desde nuestros orígenes en cada día de su existencia. 

No debemos olvidar que nosotros somos parte de ese cosmos, estamos inmersos en una esquina alejada del centro de nuestra galaxia y es por eso que cuando miramos al cielo, vemos nuestra vía láctea, la cual ha sido fundamental para motivar las historias mitológicas más antiguas respecto al origen de lo que conocemos hoy como planeta tierra y sus inquilinos, incluso mucho antes de las religiones modernas, ya había una explicación para responder las preguntas ancestrales: de donde venimos, quienes somos y a donde vamos, todo por mirar hacia el cielo.



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